SUBE....SUBE....VEN...

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miércoles, 19 de mayo de 2010

curriculum

He trabajado en una fábrica estirándoles la piel al pollo, he pizcado frambuesas, he lavando platos, trabajé poniendo esquinitas de cartón en los cuadros decorativos, haciendo sándwiches, he sido mesera en restaurantes italianos, vietnamitas y españoles. He sido odiosa intentando vender tiempos compartidos a los gringos, he sido cocinera de sushi, mesera en cafeterías, he metido cuadritos en cajitas en una fábrica de cera, he perforado páginas de calendarios porno, he cortado uvas, he supervisado la pega de etiquetas en un viñedo, me he entretenido escribiendo oficios a personas “importantes” y he contestado mas de 2,000 llamadas con la misma frase: “Hello, this is Adriana in sales, how can i assist you today?”. Ah! se me olvidaba, me he ofrecido como rata de laboratorios para la industria médica.


Por lo que finalmente he llegado a la conclusión, de que me he convertido en coleccionista.

cuanto crees que pueda ganar con eso?

Dulzura

Comenzare desde el principio de donde siempre se empieza para que me entiendan bien.

Primero déjenme que les aclare que mi viaje va bien, no me puedo quejar, aparte de que tengo la cartera apretada como ya era de esperarse, todo ha salido como había pensado. El país lo he encontrado lindo, muy nuevo. Me da la impresión de que todavía huele a su empaque de fábrica, como a perfume de carro nuevo. Parece que poco a poco va a encontrar su propio olor y desgaste.

Caminaba por las calles de Wellington sin involucrarme en los asuntos de nadie, más que de los de la ciudad misma. Ella, limpia como siempre, presumida de su perfección y de su orgullo ingles, rubia impecable, me acogía, pero siempre con la indiferencia de quien te deja pasar pero no te invita a comer. Sin verla a los ojos, pretendía encontrar en sus edificios y aparadores algo que llenara mi interés y mis ganas de lo nuevo. Por más esfuerzo de mis ojos, ni en sus edificios coloniales ni en las tiendas que presumen opulencia desde sus aparadores encontré lo que buscaba. Cuando la espigada ciudad me comenzaba a llenar de aburrimiento, un suceso sorprendió a mi nariz de manera repentina. Mis sentidos ajenos a lo que estaba pasando, no notaron cuando mi nariz se vio inundada de gran emoción al captar deliciosos y atormentadores olores. Olor, olor y más olor. Al principio mi nariz, feliz por el descubrimiento, disfrutaba en cada papila olfativa de su ser.

Entiendo que no entiendan mi preocupación, pero llegó un momento en que el suceso dejó de ser normal para convertirse en algo que ya no puedo controlar.
Fresa, chocolate, café, perfumes de diferentes flores, cítricos endulzados, hierbas de olor, pan dulce, tamales de elote, bombones. Camino por la calle con la nariz tan ocupada que marea mis demás sentidos. Hace que mi cabeza no piense y mis ojos se pierden. Mi tacto ni se diga, esta todo atolondrado.

Tengo que confesar que al principio no me sorprendió. Buscaba pastelerías y perfumerías para buscar una explicación pero no las encontré. Después de varias horas, mi cansada nariz y yo comenzamos a sospechar que los olores no eran reales, aunque no estábamos seguras.

Caminaba de manera desconcertada cuando la M roja que anuncia hamburguesas me trajo una idea para comprobar la teoría de falsos olores de mi nariz. Me dirigí hasta la puerta del restaurante, para buscarle descanso en el olor a gringo en sobrepeso. Y ahí es donde me di cuenta de mi pesadilla. El lugar olía a canela hervida con un toque de delicioso piloncillo!

Por ordenes de mi nariz, que comenzaba a enfadarse, me dirigí al baño del concurrido restaurante que funge mas como retrete publico que privado. Abrí la puerta buscando lo buscado, pero cual seria mi sorpresa cuando mi nariz se vio sorprendida por el olor a galletas de pasas al ron. Créanme cuando les digo que busque acercar mi nariz al inodoro pero lo único que conseguí fue que el la percepción se intensificara aún más hasta el punto de ser casi insoportable.

Salí del restaurante con cara de asustada. Caminaba lo más rápido posible para huir de los callejones con olor a arroz con leche y las avenidas con aroma a ese perfume antiguo que me recuerda a mi abuelita, cuando encontré la solución a mi problema.
Busque en mi mochila el paquete de tabaco que compré unas semanas antes, saque un papelillo y un filtro y diestramente rolé un cigarrillo mas apurada que nunca. Lo encendí e inhale como lo haría en cualquier otra ocasión. Vainilla! Vainilla! y mas vainilla! Ni un gustito a tabaco, de ese que se supone que mata. Nadita. Pura vainilla.

Estoy asustada de tanta dulzura, mi nariz está empezando a empalagarse y no me deja dormir. El hostal huele a rosas y si me atrevo a levantar un zapato de mi colega el francés, me encuentro con que tiene un olor a jazmín.

El colmo pasó ayer, cuando decidida en encontrar un olor flatulento para darle al fin un descanso a mi nariz, espere al primero que saliera del baño para sorprender algún olor. Y nada, nada funciona y mi preocupación y la de mi nariz sobretodo, me agobia. Me lo reclama a todo momento y estamos apunto de dejar de ser amigas.

Hoy me desperté con olor a manzanilla y mi boca olía a té de menta. Asustada corrí a la computadora y ahora aquí me tienen escribiéndoles para tener un consejo de quien conoce algo de mí.

domingo, 16 de mayo de 2010

CONVERSACIONES CON EL MUERTO DEL CAMELLÓN

CONVERSACIONES CON EL MUERTO DEL CAMELLÓN

Sí te vi.

Estabas ahí tirado en medio del camellón. Te reconocí porque traías una bolsa negra en la cabeza.

No sentí nada cuando te vi, no te creí cuando me dijiste que moriste.
¿Qué esperabas? La televisión está llena de muertos, y casi todos mostrando mucha más sangre que tu.

Solo estabas ahí tirado, todo mojado en medio del camellón.
Creí que estabas dormido, pero estuviste todo el día rondando por mi cabeza, molestándome y gritándome desde dentro de mi tímpano: ¡Morí!, ¿Que no me escuchas?, ¡morí!

Gritaste y picaste mi cabeza todo el día. Que jodón.

Sí, ¡que tonta fui! Después de todo a nadie se le ocurre quedarse dormido entre los carros, todo mojado y con una bolsa negra en la cabeza.

Tienes razón, no lo voy a negar, mereces los obituarios tradicionales. A nadie le gustaría irse así nada más, sin que a nadie le duela la ausencia que se supone que uno deja y sin que nadie llore por uno.

Y seguro que tu mamá, si es que tienes, piensa que estas por ahí de vago. Porque los zapatos que traías son de vago. Te delatan. Si estuvieras vivo, quizá te recomendaría cambiarlos. Pero a mí que me importa, ni siquiera te conozco.

A mí me gustaría que tan siquiera un alma me extrañara cuando muriese. Pobre de ti, porque yo, que te vi de lejos, no cuento. Ni siquiera sé como te llamas, y no tengo idea de cómo era tu nariz. Es más, si no me hubieses molestado todo el día, igual y ni me acordaría de ti.

Y luego quien sabe porque estabas ahí tirado y asesinado, porque te voy a ser sincera, yo creo que a ti te mataron.

¿Qué habrás hecho que hiciste enojar tanto a ese quien te mató?

MIMETIZACIONES

Amor, ¿ya te diste cuenta que te pareces a mi?

Fíjate, en la mañana, prendiste la tele para ver el noticiero y te levantaste por café.

Tu ni siquiera tomas café, ¿recuerdas que te pone nervioso?

Es más! ayer en la noche, mientras hacíamos el amor, tu piel se camuflajeó con la mía, como si te hubiesen untado con chocolate. ¿Viste?

Además tu orgasmo fue como el mío; rápido, intenso y con olor a fresas.

Es que te lo juro que estas igualito a mí.
¿Apoco no te has dado cuenta?

Y esto no empezó ayer, estoy segura que ya lo habías notado pero te haces el ciego.
El mes pasado, mientras estábamos en la reunión de Roberta, te molestó la plática sobre nuestras similitudes. Sabes que son mías, tú me las copiaste.

¿La ligereza? ¿El tic del pie? ¿Esa forma desalineada de peinarte?, no me digas que eso es tuyo.

Ya te dije, pero no me escuchas, te estás volviendo bien parecidito a mí.

Además, ese lunar que tienes en la mejilla, es mío, lo robaste de mi rostro. ¿No te han dicho que se te ve raro?

Todo esto te lo digo porque te quiero, y no quiero verte desaparecer. Creo que tenemos que tomar medidas.

Amor, vas a tener que irte.

No, no. No es que no te quiera, al contrario, te quiero tanto que no quiero ver cómo te esfumas.